domingo, 12 de junio de 2016

Llega el Apocalipsis: de cómo la sociedad te apabulla al pasar de los treinta y otras reflexiones.

Desde hace unos años me encuentro con cierta frecuencia con publicaciones, de treintañeras para treintañeras y más, reflexionando sobre la presión social hacia las mujeres que superamos ese umbral de edad tan peligroso que es el de la juventud hacia la edad "madura"; vamos a hablar clarito: de "tía joven, con posibles a la que arrimar cebolleta (física y laboralmente hablando)" a "gallina vieja de la que huir porque ya está muy toreada (en plazas físicas y laborables)". ¿Qué?, no me iréis a decir que es mentira. Lo pongo de forma descarnada y con mucho sarcasmo pero lo cierto es que es así.
Las mujeres a partir de los 35 cruzamos la frontera del mundo rosa, perfumado y civilizado (ese en el que encuentras trabajo, novio y plaza de aparcamiento en en pleno centro un sábado por la noche con sólo bajar al súper) para entrar en territorio hostil y pasar de ser Xena, la princesa guerrera, a la alcaldesa de Mordor después de una junta municipal (cuando ya ni te retienen las puertas del ascensor, te llaman "señora" en tono despectivo o sales con unas amigas a las 23:00 y vuelves a casa a las 00:30, sin haber encontrado aparcamiento). Muy triste, cierto.
Somos una cultura despreciable, juzgamos el libro por las tapas sin importarnos lo que pueda contener. Tampoco me voy a extender en el porqué de los que más de dos mil años de machismo recalcitrante incrustados en nuestro ADN y del daño que nos está haciendo,  que no es el caso, pero quiero reflexionar sobre el por qué nos afecta tanto, si parece que lo tenemos tan claro.
Como ya he dicho antes, lo tenemos incrustado en nuestro ADN. Empezamos a quitarnos basurilla de los cromosomas ahora, pero nos llevará muchos años poder sentirnos libres.
¿Realmente importa que en una reunión familiar seas la única soltera, sin hijos o divorciada?, ¿tan malo es que no te gusten los niños, la comida macrobiótica, los hombres sin depilar, dormir tan a gusto sola en tu cama?. Es terrible. Horroroso. Un panorama dantesco.
Me quiero quejar de que tengamos que estar siempre guapas, maquilladas, depiladas, sin defectos adiposos ni michelínicos; de que cobremos hasta un 18'8% menos que un hombre por hacer el mismo trabajo (que somos el sexto país de Europa en desigualdad laboral), de la imposibilidad de conciliar vida familiar y laboral, de tener que pagar una puta tasa rosa....¡coño, que ya está bien!.
Me aburre y desespera hasta la náusea que estés trabajando y te miren al escote y no a la cara cuando hablas con algunos hombres y que, cuando camines, sepas que te van a mirar el culo; salir de parranda por la noche y tener miedo de volver sin que te acompañe alguien por lo que te pueda pasar en tu propio barrio, en el metro, en la parada del autobús;  que te llamen "bonita", "guapa" o demás lindezas... señores: eso no son piropos, no los he pedido, no los quiero y además tú opinión me importa tres mierdas así de grandes (poned la catedral de Burgos, el Bernabéu o la plaza de las Ventas, me da igual).
Creo que como mujeres deberíamos ir diciendo basta a muchas de estas actitudes, de desconocidos y de familiares, que parecen tener la puñetera costumbre de inmiscuirse en nuestra vida como si estuvieran en su derecho. Empecemos a callar voces estridentes de nuestro entorno que ahogan nuestra propia voz interior; vamos a comportarnos como adultas y a impedir que otros nos traten como niñas pequeñas sin criterio. Y, señoras, no somos enemigas. No competimos por el mismo macho Alfa; al macho Alfa que le den, ya encontrará otra, pero vamos a dejar de atacarnos las unas a las otras. Por suerte o por desgracia estamos en el mismo saco, así que si tienes más dinero que yo, haz el favor de no ningunearme ni de tratarme como si fuera la escobilla del váter, porque el día de mañana, cuando llegues a mi edad (si no estás ya en ella) no te gustará que te hagan sentir como un mueble de Ikea o como una "border line".

Un poquito de por favor....

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