martes, 5 de marzo de 2013

Volver al principio (1ª parte)

No recuerdo un momento claro en el que tomara la decisión consciente de no tener hijos. Sencillamente pasó. El tiempo iba pasando y yo dejaba pasar la toma de esa decisión tan trascendental, pero como la naturaleza y el entorno tenían sus propios planes un día me encontré queriendo tener hijos. Bueno, de momento uno solo, que para seguir repoblando el planeta siempre hay tiempo. Hubo dos momentos clave en esa decisión. La primera fue la muerte de una gran amiga a los 38 años de un cáncer y la otra fue el nacimiento de la hija de mi hermana, su primera hija y mi primera sobrina cosanguínea. Un revolución, una hecatombe, el No-va-más de los cambios trascendentales, a mi juicio. Estos dos hechos totalmente contrapuestos me llevaron a reflexionar sobre lo que creo que he intentado fuera el eje de mi vida: el amor hacia otro individuo ya sea éste una pareja, un familiar o simplemente un amigo y la muerte y todo el proceso del duelo, la despedida y la asunción de tu propia mortalidad. Empecé a hacerme las típicas preguntas metafísicas y filosóficas que solemos hacernos al ir al cuarto de baño: "¿qué quiero de la vida?, ¿me he desarrollado como persona?, ¿a dónde vamos?, ¿de dónde venimos?...". Lo típico vaya, estoy convencida que no hay ni un sólo ser humano que no se lo haya planteado alguna vez a lo largo de su vida. En mi caso el proceso se fue madurando poco a poco hasta que, ablandada por los cuidados maternales que mi hermana prodigaba a su retoño y por el cóctel explosivo de hormonas, que ya debían bullir en mi interior por eso del puñetero reloj biológico haciendo de las suyas, le planteé a mi santo varón de compañero si quería tener hijos, si los quería de verdad y no de mentirijillas como solemos hacer cuando visitamos a algunos amigos con hijos pequeños y les decimos que son preciosos, que es estupendo que sean padres, lo mucho que se les parecen, lo angelicales que parecen  pero en realidad no pensamos eso, lo decimos con la boca pequeña.... Ésto es mucho más que cierto, es otra de esas verdades universales que no aparece escrita en ninguna parte pero de la que todo el mundo ha oído, sentido, visto o degustado en sus propias carnes o en las ajenas; me estoy refiriendo a esos niños llorones, con mocos colgando por la nariz de un asombroso color verde intenso que nosotros juramos y perjuramos que nunca jamás tuvimos de pequeños, gritando a pleno pulmón para ejercitar sus "delicadas" cuerdas vocales ( -"qué rico ¿eh?- te dice el orgullosos padre mientras te guiña un ojo, no se sabe si por la perforación severa de tímpano o por hacerte sentir cómplice) tirando juguetes por todas partes y llenos hasta las mismísimas cejas de restos de chocolate (o alguna otra sustancia de color marrón pegajosa que no quieres averiguar de dónde proviene), galletas, mermelada o cualquier otro resto de comida, a ser posible cuanto más pringoso y asqueroso mejor (evidencia científica totalmente demostrable: los niños pequeños parecen sentir auténtica predilección por estas sustancias....y por restregarlas por toooodas partes). Cuando sales de esas visitas o bien eres muy niñero (esta cualidad suele manifestarse a una edad muy temprana y te pasas toda tu vida consciente repitiéndolo como un mantra para finalmente repetir la pauta) y sales reforzado en tus creencias de tener una familia como la Tribu de los Brady o bien acabas deseando la esterilización selectiva del ser humano (empezando por los padres que acabas de visitar). Esto segundo es lo que nos pasó a nosotros en el primer cumpleaños de mi sobrina.... Acabamos asustados, acojonados, devastados por la experiencia y ansiosos de recuperar la paz de nuestra casa, el silencio de nuestro salón, el orden de nuestros muebles y los programas de la tele que nos apetecían. En el camino de vuelta, después de un largo silencio en el que los dos no nos atrevimos a hablar porque disfrutábamos del silencio y asimilábamos lo que es tener a una cría de tu propia especie acompañado de otros más, finalmente mi sufrido compañero me mira y me dice: "yo...esto..., no quisiera que te lo tomaras a mal.... yo.... en fin, que creo que podríamos posponer un poco lo de tener hijos....es que me he agobiado bastante hoy y...."-, -"ay cariño, menos mal...... es que yo pienso lo mismo....¡¡¡qué agobio y qué horror de cumpleaños!!!"- le respondí más que aliviada. ¡Cómo nos reímos el resto del viaje comentando  lo fuera de lugar que nos habíamos sentido (eramos los únicos de todo el grupo que no teníamos hijos, ni grandes ni pequeños ni de colores, ninguno, cero patatero....)!. Eso es otro hecho que también está ampliamente estudiado por prestigiosas universidades europeas: la sectarización de los grupos de individuos por causa-razón de sus crías y sus lugares de reunión, esparcimiento y aparcamiento.... Si no estás dentro del grupo el lenguaje resulta incomprensible para los no legos; se trata de un medio de comunicación diferente, con un vocabulario único y con sus propios rituales y costumbres. Voy a explicarlo con ejemplos por si acaso hay algún despistado por ahí: referente al lenguaje se emplean construcciones semánticamente sencillas  pero incorrectas como: "aupa-aupa ¡¡¡¿¿¿siiiiiiii???!!!", que traducido al castellano quiere decir: "¿quieres que te coja en brazos?"..... está clarísimo, ¿no?.  A veces esta terminología puede llevar a confusión porque puede significar "upa", que es más o menos decir que la pequeña criaturita "se ha hecho pupa", es decir, que se ha hecho daño....obvio. Otros ejemplo de vocabulario incomprensible: "popó" (caca), "bibe" (biberón, agua, beber), "rummm" (coche, moto, carrera), "ñiau" (gato, sueño) y así hasta un pequeño diccionario de unas 100 palabras o más o menos, según las edades de los niños y lo potenciados que estén entre ellos.
Evidentemente, después de aquella experiencia, nosotros: dos extraños de costumbres, novatos en cuanto a querer entrar en este selecto club, nos llevamos el susto de nuestra vida. Así que tan contentos con nuestra decisión, nos fuimos a casa convencidos de que cuando nos encontráramos "realmente" preparados tomaríamos la decisión conscientes, contentos y preparados para afrontar todos esos nuevos retos.
Al día siguiente me preguntó mi amorcito: -"oye, ¿no te tenía que venir la regla ya?". Nos miramos fijamente y con la determinación pintada en la cara se bajó a una farmacia a comprar un test de embarazo. 20 minutos más tarde acabábamos de entrar en ese selecto y exclusivo club de padres...

5 comentarios:

  1. Muuuy bueno!!,aunque yo no tengo intenciones de tener hijos...pero...quien sabe jeje ya sabemos como dice el refrán nunca digas de ese agua no beberé

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  2. Jajajajaja, así empecé yo y mira....2 k y pico de "de este agua no beberé

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  3. Vaya que responsabilidad me has echado encima hermana. Así que saliste asustada del cumple de Sabrina, ehhh? pues mira por donde que la naturaleza te tenía una reservada, jejeje
    Disfruta del momento.

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  4. jajajajajaja doy fe de la locura de ese cumpleaños y de muchos otros en los que he tenido la suerte (esto de suerte lo digo ahora que soy miembro de ese club del que hablas) de participar. No obstante te voy a intentar tranquilizar a ti y a tu cónyuge diciéndote, que el ser humano se inmuniza ante estas situaciones, de otra manera nuestra especie no sería más que historia

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  5. Ah, pero no es historia ya???, ya supongo que si este plan de expansión de la Naturaleza no funcionara ya nos habríamos extinguido, pero mirado desde fuera da miedito. Parece que el agua de la piscina está muy fría y uno no acaba de decidirse a tirarse...total, en poco tiempo toca el chapuzón, lo quieras o no. Muchas gracias por tu comentario y un besote.

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