miércoles, 6 de marzo de 2013

Volver al principio (Yo no soy esa) (2ª parte)

Como dice la canción de Isabel Pantoja (la Panto, como decimos en mi casa): "Yo soy esa", pero en versión   a positivar, es decir, que no soy la de siempre, vamos que no soy yo misma y por suerte tampoco la Panto. Qué estupidez, pero es que me he dado cuenta que desde que estoy haciendo de incubadora tengo unos pensamientos muy extraños. También puede ser que éstos sigan en la misma línea de siempre con el agravante de que ahora soy incapaz de darle coherencia a lo que pienso y digo o quizás es que soy más consciente de cómo me expreso y no tengo muy claro cuál de estas dos opciones es peor.
No es que me quiera poner dramática, pero es increíble la de cambios que se producen en el cuerpo de una mujer embarazada y en concreto en el mío. En mi caso los estoy viviendo como un proceso extra corpóreo,  alienígena y en ocasiones totalmente ajeno a mi realidad de persona. Me explico: si antes hacía pis unas cuatro veces al día, con mi nueva realidad,  mis visitas al baño para desaguar se han triplicado, en especial por la noche. Imagino que, en mi caso en concreto, ésto se debe a que normalmente mis ciclos hormonales era muy parecidos a la llegada de la temporada de huracanes: una corta pero feliz temporada de sequía, que se acababa abruptamente de forma torrencial, con tornados de categoría F-5...ahí es nada. Y no es el único síntoma nuevo, los otros son igual de divertidos y escandalosos y (todo hay que decirlo para no faltar a la verdad) bastante más escatológicos. Me quiero detener un poco en este punto tan interesante y al que se le puede sacar tanta jugo. Cuando una se enfrenta a un tema tan complejo, delicado y universal como el embarazo, salvo que sea familiar de un galeno, el primer obstáculo al que se va a enfrentar es al de la falta de información, excepto que acuda a San Internet, pero ya sabemos lo que pasa cuando quieres consultar los "síntomas de embarazo" en Google y acabas convencida de que lo que te pasa es que tienes un linfoma de Hopkins, un herpes genital o un caso grave de cólico de gases. Frente a ese riesgo, la imaginación se desborda, las hormonas se desbordan, el pis se desborda y hasta puede que te de por llorar, así que las lágrimas también se desbordan. - "Todo eso que te pasa es normal, son las hormonas. Tu cuerpo está cambiando"- será el consejo más escuchado al principio del embarazo. Benditas hormonas a las que poder culpar de todo, pero si se tuviera más información de calidad a la que acudir no te estarías mirando las bragas cada vez que vas al baño por si has: sangrado mucho, poco o nada, si es de color claro, oscuro o si el flujo es diferente. Si decides acudir a las revistas del tipo "Padres hoy", "El bebé y tu" o demás te darás cuenta de que la información que te proporcionan está bastante edulcorada y no se corresponde exactamente con tu estado físico. Por ejemplo, sólo un médico especialista podrá hablar contigo de la frecuencia, cantidad y estado de tus "deposiciones" y de tus gases, cosa que no verás jamás por ahí escrito en ninguna de estas bienintencionadas publicaciones. Eso sí, te cantarán miles de alabanzas sobre lo maravilloso que es tener barriga, hemorroides, los pies hinchados y dolor de espalda; pero las que estamos en este recorrido sabemos que eso es una sucia y cochina mentira. A nadie le gusta que le duela la espalda desde que te levantas, ni los pies, ni que tengas que ser del Circo del Sol para poder abrocharte las zapatillas por detrás de la oreja, porque ésta será la única postura en la que podrás llegar a los cordones de los zapatos, ni tampoco es agradable que huelas el hígado encebollado que cocina el vecino del 5º, aunque tú vivas en un 1º. Recuerdo una de mis primeras visitas a mi médico de cabecera explicándole los "problemillas" de gases. Sucede que yo, para poder ir al trabajo, necesitaba invertir 1,3 horas de mi precioso tiempo. En ese transcurso me daba tiempo a hacer pis unas dos veces y a fabricar unos 3 litros de gases putrefactos. Esos famosos gases son los que le comentaba a mi médico no eran tales, eran una auténtica "crísis de rehenes": son los que se acumulan todos en la misma zona, aprietan y hacen lo imposible por salir a la vez y de forma desordenada, provocando una auténtica estampida nada silenciosa y por supuesto totalmente pestilente, debido al tiempo que llevaban retenidos ahí; eso descartaba completamente  que me aliviara en el vagón, aquello hubiera cantado muchísimo.
De las hemorroides casi mejor no hablar: "esa molestas venitas que te hacen sentirte incómoda cuando vas al baño"... por favor, "molestas venitas" no es el término más adecuado para esa pedazo de tubería de oleoducto que te ha salido justo en la salida del esfínter y que te obliga a dedicarle una hora de reloj...  como para dejar que sólo actúe la gravedad. ¿Cómo pueden ser tan rematadamente imbéciles de definir de esa manera un problema realmente serio?. Así que ya sólo nos queda la fibra y las pastillas. Lo uno para facilitar el tránsito, lo otro para ayudar a proteger el intestino y si aún así no puedes ir con cierta regularidad al baño siempre puedes ir a la consulta del ginecólogo, para que te pase y apriete el cacharrillo ese del ecógrafo por tu redondez abultada y te vaya colocando los "asuntillos" en el punto de salida, lo cual es maravilloso, pero claro, no es el momento más adecuado.
Me imagino que habrá muchas embarazadas que si tuvieran la oportunidad de leer esto dirían:  -"qué vaaaaa, nooooo, puffff, qué exageraadaaa, yo tuve un embarazo de lujo"-...pues suerte la tuya chata.




2 comentarios:

  1. jajajjajajajaja me partoooo :)

    tu en estado puro, pero ya sabes que te queremos mucho, si no, no serías tu...

    Su

    ResponderEliminar