miércoles, 4 de diciembre de 2013

Prefacio a la Guía para Padres Desesperados.

       
                                                               (Imagen de Google)

No hago más que mirar las fotos de mi hijo y me invade un sentimiento de ternura que aún hoy en día (siete meses después de haberlo empujado a este mundo) me sigue sorprendiendo. He tratado de explicarle a mis amigos de forma objetiva en qué consiste este sentimiento o emoción y no soy capaz de encontrar una frase o un ejemplo adecuado.  Sí que puedo decir que hay una gran cantidad de literatura al respecto, muchísima , abundantísima, abrumadora...   Habitualmente en estos medios el lenguaje, el contenido y la tendencia de los artículos, la publicidad y hasta los consultorios psicológicos (para padres, claro) suelen destilar ñoñería, dulzura, angelitos de azúcar y nubes algodonosas y pastelosas. Quiero decir que normalmente uno como padre recurre a estas publicaciones para resolver dudas o para empatizar, para comprobar que no es el único que está haciendo el idiota al meter a su hijo en la cama con siete meses, o bien si ha decidido darle leche de fórmula o si prefiere esperar un poco más para quitarle el pañal y entonces te encuentras con que llaman a las cacas "deposiciones" o "popó", que las madres que dan el pecho son unas "heroínas" por contraposición a las que eligen no dárselo y que has escogido esta nueva realidad así que jódete con lo que tienes; eso sí, todo dicho de muy buenas maneras, ya sabéis, ositos amorosos, nubecitas de algodón y bla, bla... Qué queréis que os diga... pues que no me ayudan mucho y me repatea que todo sea tan limpio y tan bonito. Desde que he empezado a utilizar las revistas para forrar el arenero del gato encuentro que ahora sí que sirven realmente para algo.

Volviendo al tema de la estupefacción por la maternidad, debo reconocer que en mi caso me resulta especialmente llamativo porque me he pasado la mayor parte de mi vida de adulta renegando y porfiando de los niños, los bebés y los hijos, de los desconocidos en general o de los de los vecinos en particular. Y claro, el comentario: "nunca digas de esta agua no beberé"... me ha estado acompañando como una letanía insufrible que ganas me han dado de estrangular a los que me recordaban lo equivocada que estaba. Pues no señores, no estaba equivocada, sigo pensando lo mismo de los hijos de los demás, me siguen pareciendo pequeños kamikaces rellenos de mocos y mala leche. 

Lógicamente soy más tolerante con esos pequeños monstruos porque entiendo que mi hijo un día podría llegar a ser eso mismo: un pequeño kamikace, pero pondré todo mi empeño en que si tiene que correr o revolcarse por el suelo o llevar los mocos colgando, lo haga en un patio, un jardín, la calle o cualquier otro espacio abierto (y no tenerlo corriendo en un restaurante mientras los padres disfrutan de una agradable comida, o tratando de reventar el récord de velocidad indoor de Usaín Bolt, concretamente en la modalidad de pasillo libre, a las tres de la mañana, con acompañamiento coral e instrumental de un karaoke o de una pelota...)claro que sí, lo entiendo y además como soy madre soy "más comprensiva"... así que puedo prometer y prometo, que si vuelvo a tropezarme con una bala perdida como esa y a sus encantadores padres, rascándose los huevos y permitiendo que seamos los demás los que carguemos con sus frustadas, agotadas y miserables vidas, no iré a retorcerle el cuello al pequeñín, no, qué va, todo lo contrario: iré a los padres y me cagaré en todos sus ancestros, les pondré mierda de pañal a la puerta de su casa, para que la pisen nada más salir y recuerden que la vida puede ser una mierda y que los demás también podemos joderles la vida... que algún hijo de vecino puede cagar ventana arriba, llorar de madrugada y acaparar el ascensor para que les toque subirse los tres pisos a pie y cargando con la compra...

Seguramente al leer esto pensaréis que: a) estoy descargando parte de mi agotada y miserable vida en este post; b) estoy achicharrada por la agradable convivencia vecinal; c) soy una hija de puta rencorosa... Para los que os hayáis decantado por alguna de las tres opciones, deciros que las tres son correctas: soy una rencorosa, agotada y churruscada madre primeriza que hace lo que puede por no devolver a la tienda a mi hijito, mi pequeñín, mi mocosete, mi tesorete y la luz de mi vida. Y como está mal visto renegar de tus propios hijos y contar la parte  chunga de ser padres, ya que en ninguna parte se habla en términos claros de este estado de shock post traumático y parece haberse convertido en un tabú o cuanto menos en un tema incómodo, me veo en la necesidad de hacerlo por mi cuenta, por si sirve de algo, que por lo menos la terapia barata me sale....

lunes, 18 de marzo de 2013

Vuelta al principio (Aquellas maravillosas hormonas) (parte 3ª)




                                                                 ( Imagen de Google)

Yo no sé qué cóctel explosivo de hormonas nos sueltan por el torrente sanguíneo a las embarazadas que nos hace estar y ser así de raras, emotivas, sensibles, dormilonas, hambrientas, irritables y ñoñas. Para mi ha sido como tener el estado emocional del síndrome pre menstrual magnificado hasta cien  (seguro que mi chico dice que por lo menos hasta mil .... una miajilla exagerados sí que pueden llegar a ser). En fin, que sí, que toca asumir que se te pone todo patas arriba.  Os voy a dar una serie de datos curiosos por si no os lo habíais preguntado alguna vez pero siempre quisisteis saber:

-En el momento de la concepción el hombre libera en la mujer 500 millones de espermatozoides... pero sólo llegará uno, el más rápido y fuerte (por eso de mejorar la especie, asegurarse la calidad genética de los individuos y.... me vais a dejar que haga un chiste muy malo y muy viejo, porque probablemente éstos se niegan a preguntar la dirección y se pierden por el camino... jejeje y qué eficiencia la del óvulo ¿eh?, el solito, sin ayuda de ningún otro...). Lo cierto es que las últimas investigaciones parecen afirmar que el espermatozoide tiene olfato y es capaz de oler al óvulo, pero sigue existiendo mucha controversia al respecto.
-Un hecho que sí se conoce es que la cafeína estimula a los espermatozoides, haciendo que éstos sean más veloces y tengan más movilidad.
-El espermatozoide tarda 10 horas en encontrarse con el óvulo y después de un día ya comienza a haber cambios en él. A la semana el óvulo se instala en el útero.
-El primer órgano que se crea es el cerebro y después el corazón.
- Tanto el padre como la madre aportan exactamente la misma carga genética. Es curioso cómo funcionamos, pero al parecer sólo nos distinguimos del mono en el 50% de nuestra carga genética; un cuarto de nuestros genes es igual que el de los perros y tan sólo un tercio de un narciso...fascinante, ¿no?.
- Antes se creía que el color de los ojos venía determinado por un sólo gen, aunque ahora han descubierto que son varios los genes que intervienen en la selección definitiva y no basta con observar a los padres.

Después de este momento Redes para la Ciencia de Punset os preguntaréis qué estoy intentando decir. Sucede que últimamente me estoy topando con un montón de programas de la tele, documentales y comentarios de gente y situaciones que me recuerdan constantemente (como si fuera fácil olvidar que llevas una sandía de 5 kg permanentemente encima que te estruja amorosa y cordialmente como una boa constrictor todos aquellos órganos que comprenden desde el estómago hasta la vejiga). Concretamente hay una cadena de televisión que se debe haber propuesto fomentar la natalidad entre las españolas al programar una serie sobre una comadrona durante la Segunda Guerra Mundial en el Reino Unido y sus vivencias. Estos episodios suelen ir arropados por documentales sobre embarazos, madres gestantes en su día a día,  las maravillas de la lactancia y partos o bien con programas sobre cómo una asesora súper estupenda te pone divina con unos cuantos trucos de belleza, llevándote de compras por las tiendas más pijas y chachis y con una serie de consejos para los futuros padres primerizos... Lo que hay que ver... idiotizadas frente a la tele tragando telebasura ... a ver si nos va a salir el niño adicto a Gran Hermano o Jersey Shore por culpa de ésto... En fin, a lo que iba, en uno de éstos documentales, la presentadora (también embarazada y británica) entrevista a siete mujeres en su mismo estado pero cada una de una edad distinta, desde la adolescencia hasta la cuarentena. Hubo partos en bañeras, en hospital, con analgesia, sin nada de nada, y cesáreas.... No sé si se tratan de animarte o desanimarte, la verdad, pero yo cada vez que veo a una mujer sacando un pedazo de niño por entre las piernas o por la tripa en el caso de una cesárea  (madre mía es lo más espeluznante que he visto después de Cuerpos Embarazosos y sus prolapsos de ano) se me abren las carnes. La aterradora idea de sacar de tu cuerpo un ser de aproximadamente 50 cm (¡¡¡50 cm madre mía!!!, que yo cada vez que cojo una regla y miro lo que son de verdad esos 50 puñeteros cm me da un vahído ...) me parece "im-presionante", en dos palabras, así que intento esquivar las escenas de partos. Pues eso, en este reportaje el planteamiento de estas mujeres sobre el embarazo era, en el caso de las adolescentes era de inevitabilidad y en el de las de más edad, a pesar de ser deseados, era una cuestión de deber: -"porque era lo que tocaba y es que la sociedad presiona mucho". Me quedé de piedra pómez, la verdad, porque tener un hijo, ya sea como madre soltera, emparejada, mayor o joven es una gran responsabilidad y con todas las satisfacciones que deben de proporcionar los hijos y el amor y bla, bla, la carga es tremenda; uno no debería planteárselo como "una cuestión más" sino como un escalón más en la vida, un proceso de desarrollo personal deseado, un reto humano y humanístico del tamaño de los trabajos de Hércules (limpiar mocos verdes que tienen vida propia, cacas verdes y de infinitos colores que también parecen tener vida propia, aguantar noches en vela por los gases, los dientes, las pesadillas y gastarte hasta lo que no tienes en cubrir ese divino cuerpecito que Dios y vosotros dos, amantísimos padres, le habéis dado) debe de acabar con la paciencia de cualquiera. Así que cuando alguien me pregunta que qué tal lo llevo, si me creo preparada, qué pienso de cómo lo está encarando mi pareja pues.... qué se yo, lo cierto es que: no tengo ni repajorera idea de si estoy preparada y francamente no creo que nadie que nunca antes haya pasado por ésto lo sabe con certeza; lo llevo lo mejor que puedo, que dadas las circunstancias y teniendo en cuenta que las clases de preparación al parto nunca podrán prepararte del todo para esto y que hay cien millones de comentarios bienintencionados que acaban desanimándote más que otra cosa, lo llevo y respecto a lo que piensa mi pareja: como por suerte no es un idiota descerebrado, más obsesionado con tener sexo que un mandril en pleno celo, incapaz de soltar el mando de la consola, dejar de ver el fútbol, bajarse al bar los fines de semana y hacer otras cosas que supuestamente hacen los hombres en estas circunstancias (las desconozco todas) pues estoy muy contenta la verdad, no lo cambio por ningún otro detergente.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Volver al principio (Yo no soy esa) (2ª parte)

Como dice la canción de Isabel Pantoja (la Panto, como decimos en mi casa): "Yo soy esa", pero en versión   a positivar, es decir, que no soy la de siempre, vamos que no soy yo misma y por suerte tampoco la Panto. Qué estupidez, pero es que me he dado cuenta que desde que estoy haciendo de incubadora tengo unos pensamientos muy extraños. También puede ser que éstos sigan en la misma línea de siempre con el agravante de que ahora soy incapaz de darle coherencia a lo que pienso y digo o quizás es que soy más consciente de cómo me expreso y no tengo muy claro cuál de estas dos opciones es peor.
No es que me quiera poner dramática, pero es increíble la de cambios que se producen en el cuerpo de una mujer embarazada y en concreto en el mío. En mi caso los estoy viviendo como un proceso extra corpóreo,  alienígena y en ocasiones totalmente ajeno a mi realidad de persona. Me explico: si antes hacía pis unas cuatro veces al día, con mi nueva realidad,  mis visitas al baño para desaguar se han triplicado, en especial por la noche. Imagino que, en mi caso en concreto, ésto se debe a que normalmente mis ciclos hormonales era muy parecidos a la llegada de la temporada de huracanes: una corta pero feliz temporada de sequía, que se acababa abruptamente de forma torrencial, con tornados de categoría F-5...ahí es nada. Y no es el único síntoma nuevo, los otros son igual de divertidos y escandalosos y (todo hay que decirlo para no faltar a la verdad) bastante más escatológicos. Me quiero detener un poco en este punto tan interesante y al que se le puede sacar tanta jugo. Cuando una se enfrenta a un tema tan complejo, delicado y universal como el embarazo, salvo que sea familiar de un galeno, el primer obstáculo al que se va a enfrentar es al de la falta de información, excepto que acuda a San Internet, pero ya sabemos lo que pasa cuando quieres consultar los "síntomas de embarazo" en Google y acabas convencida de que lo que te pasa es que tienes un linfoma de Hopkins, un herpes genital o un caso grave de cólico de gases. Frente a ese riesgo, la imaginación se desborda, las hormonas se desbordan, el pis se desborda y hasta puede que te de por llorar, así que las lágrimas también se desbordan. - "Todo eso que te pasa es normal, son las hormonas. Tu cuerpo está cambiando"- será el consejo más escuchado al principio del embarazo. Benditas hormonas a las que poder culpar de todo, pero si se tuviera más información de calidad a la que acudir no te estarías mirando las bragas cada vez que vas al baño por si has: sangrado mucho, poco o nada, si es de color claro, oscuro o si el flujo es diferente. Si decides acudir a las revistas del tipo "Padres hoy", "El bebé y tu" o demás te darás cuenta de que la información que te proporcionan está bastante edulcorada y no se corresponde exactamente con tu estado físico. Por ejemplo, sólo un médico especialista podrá hablar contigo de la frecuencia, cantidad y estado de tus "deposiciones" y de tus gases, cosa que no verás jamás por ahí escrito en ninguna de estas bienintencionadas publicaciones. Eso sí, te cantarán miles de alabanzas sobre lo maravilloso que es tener barriga, hemorroides, los pies hinchados y dolor de espalda; pero las que estamos en este recorrido sabemos que eso es una sucia y cochina mentira. A nadie le gusta que le duela la espalda desde que te levantas, ni los pies, ni que tengas que ser del Circo del Sol para poder abrocharte las zapatillas por detrás de la oreja, porque ésta será la única postura en la que podrás llegar a los cordones de los zapatos, ni tampoco es agradable que huelas el hígado encebollado que cocina el vecino del 5º, aunque tú vivas en un 1º. Recuerdo una de mis primeras visitas a mi médico de cabecera explicándole los "problemillas" de gases. Sucede que yo, para poder ir al trabajo, necesitaba invertir 1,3 horas de mi precioso tiempo. En ese transcurso me daba tiempo a hacer pis unas dos veces y a fabricar unos 3 litros de gases putrefactos. Esos famosos gases son los que le comentaba a mi médico no eran tales, eran una auténtica "crísis de rehenes": son los que se acumulan todos en la misma zona, aprietan y hacen lo imposible por salir a la vez y de forma desordenada, provocando una auténtica estampida nada silenciosa y por supuesto totalmente pestilente, debido al tiempo que llevaban retenidos ahí; eso descartaba completamente  que me aliviara en el vagón, aquello hubiera cantado muchísimo.
De las hemorroides casi mejor no hablar: "esa molestas venitas que te hacen sentirte incómoda cuando vas al baño"... por favor, "molestas venitas" no es el término más adecuado para esa pedazo de tubería de oleoducto que te ha salido justo en la salida del esfínter y que te obliga a dedicarle una hora de reloj...  como para dejar que sólo actúe la gravedad. ¿Cómo pueden ser tan rematadamente imbéciles de definir de esa manera un problema realmente serio?. Así que ya sólo nos queda la fibra y las pastillas. Lo uno para facilitar el tránsito, lo otro para ayudar a proteger el intestino y si aún así no puedes ir con cierta regularidad al baño siempre puedes ir a la consulta del ginecólogo, para que te pase y apriete el cacharrillo ese del ecógrafo por tu redondez abultada y te vaya colocando los "asuntillos" en el punto de salida, lo cual es maravilloso, pero claro, no es el momento más adecuado.
Me imagino que habrá muchas embarazadas que si tuvieran la oportunidad de leer esto dirían:  -"qué vaaaaa, nooooo, puffff, qué exageraadaaa, yo tuve un embarazo de lujo"-...pues suerte la tuya chata.




martes, 5 de marzo de 2013

Volver al principio (1ª parte)

No recuerdo un momento claro en el que tomara la decisión consciente de no tener hijos. Sencillamente pasó. El tiempo iba pasando y yo dejaba pasar la toma de esa decisión tan trascendental, pero como la naturaleza y el entorno tenían sus propios planes un día me encontré queriendo tener hijos. Bueno, de momento uno solo, que para seguir repoblando el planeta siempre hay tiempo. Hubo dos momentos clave en esa decisión. La primera fue la muerte de una gran amiga a los 38 años de un cáncer y la otra fue el nacimiento de la hija de mi hermana, su primera hija y mi primera sobrina cosanguínea. Un revolución, una hecatombe, el No-va-más de los cambios trascendentales, a mi juicio. Estos dos hechos totalmente contrapuestos me llevaron a reflexionar sobre lo que creo que he intentado fuera el eje de mi vida: el amor hacia otro individuo ya sea éste una pareja, un familiar o simplemente un amigo y la muerte y todo el proceso del duelo, la despedida y la asunción de tu propia mortalidad. Empecé a hacerme las típicas preguntas metafísicas y filosóficas que solemos hacernos al ir al cuarto de baño: "¿qué quiero de la vida?, ¿me he desarrollado como persona?, ¿a dónde vamos?, ¿de dónde venimos?...". Lo típico vaya, estoy convencida que no hay ni un sólo ser humano que no se lo haya planteado alguna vez a lo largo de su vida. En mi caso el proceso se fue madurando poco a poco hasta que, ablandada por los cuidados maternales que mi hermana prodigaba a su retoño y por el cóctel explosivo de hormonas, que ya debían bullir en mi interior por eso del puñetero reloj biológico haciendo de las suyas, le planteé a mi santo varón de compañero si quería tener hijos, si los quería de verdad y no de mentirijillas como solemos hacer cuando visitamos a algunos amigos con hijos pequeños y les decimos que son preciosos, que es estupendo que sean padres, lo mucho que se les parecen, lo angelicales que parecen  pero en realidad no pensamos eso, lo decimos con la boca pequeña.... Ésto es mucho más que cierto, es otra de esas verdades universales que no aparece escrita en ninguna parte pero de la que todo el mundo ha oído, sentido, visto o degustado en sus propias carnes o en las ajenas; me estoy refiriendo a esos niños llorones, con mocos colgando por la nariz de un asombroso color verde intenso que nosotros juramos y perjuramos que nunca jamás tuvimos de pequeños, gritando a pleno pulmón para ejercitar sus "delicadas" cuerdas vocales ( -"qué rico ¿eh?- te dice el orgullosos padre mientras te guiña un ojo, no se sabe si por la perforación severa de tímpano o por hacerte sentir cómplice) tirando juguetes por todas partes y llenos hasta las mismísimas cejas de restos de chocolate (o alguna otra sustancia de color marrón pegajosa que no quieres averiguar de dónde proviene), galletas, mermelada o cualquier otro resto de comida, a ser posible cuanto más pringoso y asqueroso mejor (evidencia científica totalmente demostrable: los niños pequeños parecen sentir auténtica predilección por estas sustancias....y por restregarlas por toooodas partes). Cuando sales de esas visitas o bien eres muy niñero (esta cualidad suele manifestarse a una edad muy temprana y te pasas toda tu vida consciente repitiéndolo como un mantra para finalmente repetir la pauta) y sales reforzado en tus creencias de tener una familia como la Tribu de los Brady o bien acabas deseando la esterilización selectiva del ser humano (empezando por los padres que acabas de visitar). Esto segundo es lo que nos pasó a nosotros en el primer cumpleaños de mi sobrina.... Acabamos asustados, acojonados, devastados por la experiencia y ansiosos de recuperar la paz de nuestra casa, el silencio de nuestro salón, el orden de nuestros muebles y los programas de la tele que nos apetecían. En el camino de vuelta, después de un largo silencio en el que los dos no nos atrevimos a hablar porque disfrutábamos del silencio y asimilábamos lo que es tener a una cría de tu propia especie acompañado de otros más, finalmente mi sufrido compañero me mira y me dice: "yo...esto..., no quisiera que te lo tomaras a mal.... yo.... en fin, que creo que podríamos posponer un poco lo de tener hijos....es que me he agobiado bastante hoy y...."-, -"ay cariño, menos mal...... es que yo pienso lo mismo....¡¡¡qué agobio y qué horror de cumpleaños!!!"- le respondí más que aliviada. ¡Cómo nos reímos el resto del viaje comentando  lo fuera de lugar que nos habíamos sentido (eramos los únicos de todo el grupo que no teníamos hijos, ni grandes ni pequeños ni de colores, ninguno, cero patatero....)!. Eso es otro hecho que también está ampliamente estudiado por prestigiosas universidades europeas: la sectarización de los grupos de individuos por causa-razón de sus crías y sus lugares de reunión, esparcimiento y aparcamiento.... Si no estás dentro del grupo el lenguaje resulta incomprensible para los no legos; se trata de un medio de comunicación diferente, con un vocabulario único y con sus propios rituales y costumbres. Voy a explicarlo con ejemplos por si acaso hay algún despistado por ahí: referente al lenguaje se emplean construcciones semánticamente sencillas  pero incorrectas como: "aupa-aupa ¡¡¡¿¿¿siiiiiiii???!!!", que traducido al castellano quiere decir: "¿quieres que te coja en brazos?"..... está clarísimo, ¿no?.  A veces esta terminología puede llevar a confusión porque puede significar "upa", que es más o menos decir que la pequeña criaturita "se ha hecho pupa", es decir, que se ha hecho daño....obvio. Otros ejemplo de vocabulario incomprensible: "popó" (caca), "bibe" (biberón, agua, beber), "rummm" (coche, moto, carrera), "ñiau" (gato, sueño) y así hasta un pequeño diccionario de unas 100 palabras o más o menos, según las edades de los niños y lo potenciados que estén entre ellos.
Evidentemente, después de aquella experiencia, nosotros: dos extraños de costumbres, novatos en cuanto a querer entrar en este selecto club, nos llevamos el susto de nuestra vida. Así que tan contentos con nuestra decisión, nos fuimos a casa convencidos de que cuando nos encontráramos "realmente" preparados tomaríamos la decisión conscientes, contentos y preparados para afrontar todos esos nuevos retos.
Al día siguiente me preguntó mi amorcito: -"oye, ¿no te tenía que venir la regla ya?". Nos miramos fijamente y con la determinación pintada en la cara se bajó a una farmacia a comprar un test de embarazo. 20 minutos más tarde acabábamos de entrar en ese selecto y exclusivo club de padres...