martes, 30 de noviembre de 2010

La cruda realidad

Anda, la de tiempo que hacía que no escribía aquí (bueno, ni aquí ni en ningún otro sitio...).

Últimamente he estado un poco... cómo lo diría yo para expresarlo finamente y sin que salten las alarmas... socialmente estreñida; es decir, que me he dedicado a matarme a trabajar para al final llegar a la misma conclusión que una persona fija después de 8 años: hasta los huevos.

A pesar de la crisis (me da igual que haya una crisis mundial, mi vida es preciosa, estupenda y me toca los cojones que ahora nos tengan acolechados por culpa del miedo a la cola del paro, al ostracismo laboral y a comprar galletas y yogures en el Día) la gente debería saber que no nos pueden manipular, engañar y mangonear como si fuéramos lombrices o putas de mercadillo; que no coño, que tenemos una dignidad y me la pela si este año no hay dinero para la cena de Navidad (con lo tocahuevos que es ese momento: todo lleno de gente que nunca te dirige la palabra excepto ese día, en el que se sienten obligados a considerarte como a una persona, de categoría inferior ¿eh?, no te vayas a creer, borrachos como cubas, sobones, maleducados y escuchando unos chistes malísimos por los que deberían estar limpiándole el retrete a Kim Jong-Il con un cepillo de dientes en la boca , como poco) en fin una época muy entrañable, como decía.

A lo mejor con tanta metáfora os habéis perdido un poco en las ramas y no hay manera de ver el bosque, lo voy a expresar mejor. Un trabajo, para mi, es un trabajo: un medio, un vehículo, una herramienta para alcanzar una meta mejor, claro que si tienes la suerte de ser ese tipo de personas que puede realizarse en su trabajo pues mejor que mejor. Para el 99% restante ahí va un mensaje tranquilizador: no pasa nada si no lo conseguís, seguid intentándolo, a veces se consigue y otras no, pero mientras tanto el viaje seguro que merece la pena. Por eso no vale el esfuerzo amargarse por tener a una jefa cabrona, esas cosas pasa; es como ser el hermano vago: el mayor es el listo, el mediano el currante y el pequeño...bueno, por lo menos los otros dos serán algo en la vida...Pues eso mismo.

Creo que de pequeña alguien me comentó que esta faceta rebelde, anti sistema y radical, con la edad y las circunstancias de la vida, se iba "suavizando".... pues en mi caso todavía estoy esperando a que se produzca semejante epifanía; de hecho, creo que cada vez aguanto menos, me irrito antes a la menor provocación, soporto menos las injusticias y es que se me va llenando el vaso, la botella, el saco y el trailer de camión, todojunto y a la vez. Será que me hago mayor y pierdo la paciencia, la virtud de moderar, las ganas de volver a empezar o de presuponer cierta ingenuidad o inocencia en el estacazo. De hecho es casi seguro que me seguirán dando gato por liebre, pero por lo menos pongo más empeño en no aparentar que soy una verdadera ingenua y que sigo esperando que Papá Noël bajo por la chimenea y es que me resisto mucho a perder un poco de mi humanidad, qué le vamos a hacer, me gusta ser persona humana.