lunes, 20 de diciembre de 2010

La teoría del palo del gallinero


La Teoría del palo del gallinero debería figurar en los libros de psicología de todo el mundo, en el apartado de Empresa, sección Enfermedades Laborales. Seguro que muchos de vosotros la conocéis pero con otros nombres (a mi se me ocurrió éste, aunque para ser sinceros, no tengo muy claro que sea totalmente de mi invención).

La tésis, elaborada tras una amplia experiencia de currela, en mi caso no por la cuantía de años en el acervo laboral (no confundir con "acerbo", que significa cruel o áspero al gusto, pero le viene muy al pelo) sino por la disparidad laboral (como las neuronas de Zapatero, alejadas entre sí y con poca o ninguna comunicación las unas con las otras). No me voy a tirar el moco el plan científico pero casi diría que, en un 99,9 % de los casos y de los encuestados (si los hubiera) estarían de acuerdo conmigo a este respecto. Imaginemos esto: primer día de trabajo; tus compañeros, tu puesto y tus funciones son nuevas. Aún en el improbable caso de que pudieras demostrar tus conocimientos de excel mejor que muchos de los garrulos de tus compañeros, éstos se inflarán como una esponja alardeando de sus habilidades con el mismo a la hora de hacer plantillas de cuadros con rayitas de colores y cuadraditos (se llaman celdas) con sombreado. Con todo, tendrás a una persona que te explicará otra manera de hacer lo que tú ya sabías de una manera mucho más complicada, más laboriosa y por supuesto más lenta. Os imagináis el por qué de esto: efectivamente, no debes demostrar a Los Jefes (dicho así, bajito y con cursiva, como si pertenecieran a una especie de invasores alienígenas del planeta Cachaflús-y-despedido) que las tareas se pueden hacer mejor y en menos tiempo... ¡¡ a dónde vamos a ir a parar !!, ¿y si descubren que hay una manera de trabajar mejor? ¡¡¡ o peor aún, de ser eficaz !!!, Jesús, María y José, Dios no lo quiera... eso sería ... sería .... ¡¡¡¡ el Apocalipsis !!!.

Si eres de los que dio el resto en sus primeras semanas, ya te imaginarás cómo acaba el cuento: probablemente tus compañeros te ignoraron y te hicieron el vacío por ser quien eras (-"mira, por ahí va el pelota de González"; -"ése es, el auxiliar de administración, mira qué aires se trae....y pretenderá hacer carrera aquí"). Un vacío muy bonito, hasta que un día, en la cafetería, comiéndote tu sandwich de pavo frío, con tu té rooibos para evitar la teína (con los nervios que ya tienes como para chutarte algo más fuerte que una coca cola... te cuelgas del perchero con un "Buenos días") y sintiéndote más solo que Zapatero en la Cumbre del G-7, en ese momento te dice Cruz Serrano, la secretaria del jefe del departamento de márketing: -" Oye Nuria, cuando puedas fotocopiate el dossier de los comerciales para el Sr. Antúnez y de paso haces 20 copias para el Departamento de Márketing"- y ahí te deja eso, a ver cómo sales del paso. Tus compañeros te miran como lo harían las hienas a una pobre cebra agonizante ... esperando ... el momento de tu caída ... para poder devorar la carroña. En ese momento apestas a cadáver laboral, tus días estarán contados en esa empresa que se empeña es estrujarte como a un limón, hasta que no quede nada de ti; de pronto, te quitas una miguita de pan integral de la blusa y con una voz que jurarías no es tuya dices: -"en cuanto termine de encuadernar la propuesta de los comerciales y cambie los rollos de papel higiénico del baño de ejecutivos lo hago"-. Puedes jurar que el aire se ha espesado completamente, no se oye ni el vuelo de una mosca (no importa que sea un edificio inteligente, ni que sea invierno, ni que hayan fumigado dos días antes); Cruz te mira como si te acabaran de brotar tres pares de ojos en la frente; literalmente a-no-na-da-da, estupefacta y casi sin habla (casi) no puede concebir que seas capaz de unirte al bando de los vagos-asalariados-que -trabajan-lo-justo. Te reta con la mirada, tú agachas la cabeza sumisa pero te mantienes en tus trece (y en tus catorce, si cedes en esto puedes darte por perdida, del Reverso Tenebroso de la Fuerza salir nunca se puede y si lo haces ahora... quién sabe, podrías acabar de esclava/asistente del Sr. Antúnez, recolocándole la hernia discal o arreglando las patadas al diccionario que comete en sus múltiples, atroces y nada elocuentes cagaleras mentales en su blog-de-super emprendedor-de-la-leche-qué-tío-más-guay-soy-amigo-de-Bill-Clinton, en resúmen: la rehostia).

A partir de ese día empiezas a notar que la gente te mira de otra manera, hasta ves alguna trémula sonrisa en el ascensor o en el cuarto de baño; alguno se arranca con un: -"¿quieres venir a la cafetería?"-. Ese día ya te puedes considerar casi un miembro de pleno derecho, ahora a por el siguiente objetivo: darte de baja por enfermedad (sin que te despidan).

Y todo esto para explicar la teoría: el último en llegar es el primero en recibir palos, palos y más palos. Si nos imaginamos un gallinero tenemos que ver una gran jaula, con el suelo alfombrado de cacas, un comedero roñoso y un bebedero infestado de bacterias. En los laterales, largos travesaños de madera los cruzan de lado a lado a diferentes alturas. Como la jerarquía es uno de esos inventos del reino animal que tanto dan por culo en cuanto a instinto visceral (avituallamiento para tener la tripita llena, un trocito de jardín para mear que puedas considerar tuyo y por supuesto sexo, cuanto más mejor) muchos individuos mal considerados humanos necesitan sacar de paseo ese instinto suyo que les hace mearse en árbol ajeno, cagarse en tu jardín y comerse tu comida. Para esos individuos de fuerte instinto jerárquico (que en este caso consideraremos gallinas, más que nada para que la metáfora cale hondo en el córtex cerebral) subirse al palo más alto es la prioridad número uno en su escala de valores (eso y picotear las cacas del vecino, será por un tema de falta de nutrientes en su dieta ...). Una vez que han alcanzado este puesto, se dedican a cagarse sobre todo lo que hay debajo, sea gallina o palomo. A su vez, las gallinas del siguiente nivel inferior hacen lo mismo y así sucesivamente. El final de la moraleja es bastante obvio: las gallinas del palo más bajo reciben tooooda la mierda de las de arriba (peste de ley de la gravedad) y así queda demostrada mi Teoría del Palo del Gallinero.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Viva la Navidad


Quizás algun@ no se haya dado cuenta todavía (ciertas personas no destacan precisamente por su perspicacia) pero la Navidad está encima. ¿Habéis comprado todo ya?, imagino que much@s (entre l@s que me incluyo) lo dejarán todo para el último día. Esto está arraigado fuertemente en la más rancia tradición española. Mi madre solía comprar los regalos en Septiembre u Octubre (mujer previsora donde las haya, como esas hay muchas y las madres suelen tener un Máster en esta especialidad: -" Niiiñaaa, ¿ya le has comprado el regalo de Navidad a tu padre?". -"Pero mamá, que estamos en Agosto". -" Por eso hija, por eso, luego dices que no encuentras nada, yo lo digo para que lo tengas todo preparado, que luego ya sabes que vienen las prisas y los apretones".) A tu madre se le olvidaba el sutil pero nada desdeñable detalle que en Agosto aún no hay nada preparado para la campaña navideña, ni tan siquiera ropa de pretemporada, ni qué decir de los jerséis, calcetines o pijamas (que era lo que al final te acababan regalando..."porque no se acordaba de tu talla").

Mi hermana, que vive fuera desde hace ya unos cuantos años, cuando viene a Madrid en Navidades pide hacer cosas de turista: -"¿Damos una vuelta por Sol y por la Plaza Mayor?, es que me hace ilusión"-. Si hija, a ti y a trescientos millones de personas más entre foráneos, gatos, guiris y carteristas. Todos juntos, todos apretaditos (al final mi madre tendrá razón y todo) igual que corchos flotando en el agua. Si levantas la vista desde la Puerta del Sol hacia la calle Preciados lo único que ves es una marea humana, moviéndose, empujándose y metiéndose mano apresuradamente (se me olvidó mencionar a este grupúsculo).

Al resultar prácticamente imposible caminar por casi ninguna parte y, como suele ser habitual por estas fechas, hace un frío de cojones, y a todos se nos ocurre lo mismo: tomarse un chocolate con churros en la afamadísima churrería San Ginés (costumbre muy típica entre los más castizos, pero los que somos menos lo intentamos, por lo menos que no quede el intento) y allá que nos vamos, en manada, a pisotear al de al lado, a tirarle el chocolate hirviendo por encima y con la grasaza de los churros en las manos: -"Hace rato que se acabaron las servilletas"- objeta un camarero sudoroso y estresado (con más aceite en el pelo que en la freidora de una chiringuito de feria) a modo de disculpa. Casi con toda seguridad se quedaron sin servilletas en la posguerra, pero eso no se lo vas a discutir, porque para entonces una pareja muy atildada, la misma que se te había colado media hora antes en la barra al pedir, pasa por tu lado, ocasión que aprovechas para, descuidadamente y con gran disimulo, desquitarte limpiándote los dedos a conciencia en el carísimo abrigo del clon en miniatura de Pitita Ridruejo. Que si soy una rencorosa, pues si, qué le vamos a hacer, me repatea que me chuleen en ésta y en cualquier otra época del año así que aprovecho la mínima para sacar lo mejor y lo peor de mi (lo mejor es que soy una persona muy limpia, lo que pasa es que con toda la historia de los churros y el frío no os habéis dado ni cuenta). Total, que con todo este trajín, en mi familia ya nos hemos intercambiado los regalos (nosotros aprovechamos el 25, que como somos un poco tirando a republicanos, lo de los Reyes Magos nos pilla un poco a trasmano) y con estas visitas a lo típico de la Navidad en Madrid ya nos hemos plantado en el Fin de Año y ya está, casi liquidadas las Navidades.

Otra cosa que me fascina de estas fechas es el tema de las cenas de empresa. Os soy totalmente sincera: sé que en mi penúltimo post despotricaba de ellas (y me reafirmo en ello) pero a veces sucede que vas a una ...¡¡¡y te lo pasas bien!!!. Me apetecía tanto ir a la cena de mi empresa (un martes...por Diossss, que mañana hay que madrugar) como que me hicieran un tacto rectal con un guante de boxeo. A mis jefes les he visto en total unas seis veces y claro, no es plan de ponerse chuzo perdido, delante de lo más granado y gallináceo de la empresa (ya conocéis mi teoría del palo del gallinero) y es que para marcarse el baile del pañuelo con las bragas en la cabeza se necesita mucha confianza y unos cuantos litros de cualquier bebida alcohólica. Así que ahí me vi yo, insegura, recelosa y sin tener muy claro si no sería mejor fingir un esguince de cuello de útero y marcharme corriendo a casa, de esta manera podría ponerme mis dos pares de calcetines de estar por casa y mi cutre-bata, quedándome calentita con mi Antonio y mi Currito, nuestro gato, durmiéndome una película. Al final, por alguna extraña razón que no logro comprender muy bien (creo que me acojonó un poco pensar que iba a ser la única que no asistiría al evento institucional, una oportunidad para conocernos todos mejor...) acabé acudiendo como una más, total: comida gratis, ante semejante oferta: ¿quién podría resistirse a eso?.

El restaurante se llamaba La Dorada pero la primera vez que oí el nombre me vino a la cabeza un restaurante temático del tipo La Isla del Tesoro. Que si, que ya lo sé, que tengo mucha imaginación, que si una dorada es un pescado...pues eso, blanco y en botella ... así que me animó mucho saber que por lo menos no iba a tener que pelearme con un trozo de mondongo de carne de lo que sea que fue antes de estar muerto y fileteado en mi plato. Mi primera impresión al entrar (el restaurante sí que era temático, pero con gusto; el tema era "Bajo el mar",) fue de pequeñito y recogido. Un camarero muy atildado nos recogió los abrigos: -"Señora"- y me cuelga el abrigo...-"uy, señora"- pienso yo -"éste me ha tomado por Sara Montiel"-. Y entramos en el reservado. De verdad que no me lo invento, pero cuando me fui a sentar noté cómo se deslizaba la silla y pensé: -"hay que ver qué ruedas tan buenas tienen estas sillas, si hasta con moqueta y todo esto se mueve que ni siento el roce de la alfombra "- ¡¡¡y veo a un camarero arrimándome la silla!!!... la releche; en mi vida me han arrimado nada excepto la cebolleta y en contadísimas ocasiones.... así que me quedé deslumbrada, pero cuando vi que la camarera que nos atendía iba disfrazada de Capitán Pescanova se me bajó de golpe la emoción... bueno, la verdad es que no era un chubasquero amarillo, más bien era un traje de marinerito de la primera comunión: -"Joder, espero que la paguen bien por vestirse así, pero bien mirado, al menos no la han obligado a llevar gorrita"-. Es que cuando uno va a este tipo de sitios presupone que a los empleados se los trata con una cierta dignidad y que hay ciertos límites que, especialmente en estos lugares tan elegantes y atufando a dinero, no te imaginas que vayan a infringir. Ya sabéis lo que dice el refrán: -"Nunca te acostarás sin saber una cosa más"-. Yo me fui a casa sabiendo un par de cosas nuevas, pero la mayor parte las he olvidado, debido a su gran importancia y relevancia para la evolución de la especie humana.


jueves, 2 de diciembre de 2010

La cruda realidad (2ª parte)


De mi etapa de parada, a demás de escribir, aprender a hacer sushi, gorronear para ir a las piscinas de mis amigas y auto invitarme a comer, me dediqué a las manualidades: es decir a hacer velas (que si, que me dio por hacer velas a lo hippi-ibicenco, pero sin porro, LSD y trapo blanco enrollado a modo de toga) . Es lo que yo vengo a llamar "Terapia Reconstructiva Sensorial Anti Estrés"; nada de prisas, unas ganas locas de hacer "cosas productivas" con las manos, bloqueando un hemisferio del cerebro y dejando que el otro haga lo que tenga que hacer (a veces, no quitarse el pijama en todo el día, no depilarse una semana al año y ver el programa de Ana Rosa Quintana te hace ver El Otro Lado de la vida). No hay que perder la perspectiva, todos podemos ser lacras de la sociedad, es importante reconciliarse con nuestro parásito interno, abrazarlo y darle cariño, así no te atacará a traición cuando menos te lo esperes. El parasitismo controlado ayuda a forjar el carácter, pero dado que mi parásito ya estaba tan cebado como un pavo en vísperas de Navidad, me decidí a atacar el mercado laboral con el primer tren que se cruzara en mi camino: el tapersex.

Vamos a desmitificar un poco el concepto y no hagamos como mi padre, que cuando le conté a lo que me dedicaba tardó un par de meses en comprender que no se trataba de vender envases de plástico de comida a domicilio, sino de un surtido de productos eróticos a domicilio, que puede ser igual pero no es lo mismo. "Hija, pero qué original eres".... original yo, vamos, qué va, si soy de lo más normalita. Y el caso es que, cuanto más lo pienso, no sé si lo que me sorprendió más fue que tardara dos meses en entender el concepto o bien que se creyera que yo podía dedicarme a vender algo tan aburrido como eso.

Uno de los alicientes que tiene este trabajo es la cantidad de situaciones raras con las que me encuentro cada vez, y eso que ya había coleccionado unas cuantas anécdotas del aeropuerto (algún día a lo mejor me da por contarlas, en un libro o mejor aún, lo haré en fascículos, como los Episodios Nacionales de Galdós). Si estáis pensando si en algún momento me he encontrado con una reunión de solteras a lo película norteamericana de los años ochenta (borrachas, fumadas y a punto de quitarse el sujetador...) estáis en lo cierto, eso ya lo he visto (para cuando cumpla los 80 años no voy a dejar muchas cosas por descubrir).

Desde mi modesto punto de vista de"profesional", las reuniones de este tipo las desaconsejo un poco porque a la larga tu material de trabajo: los consoladores o pollas de juguete (el plástico está obsoleto, recomiendo el látex sin ninguna duda) y los botecitos de cristal con lubricantes y demás acaban destrozados (el vuelo sin cometa y la caída libre no son los usos más aconsejables para estas cosas, tienen la fea costumbre de romperse, descojonarse o quedar inservibles, eso es malo para el negocio). Recomiendo encarecidamente una reunión sólo con amigas o amigas con sus parejas; se suelen gastar un poco más de dinero y son más amenas (el que no te dejen hablar porque no paran de reírse o interrumpirte no suele causar buena impresión, lo lógico es que puedas explicarle para qué coño sirve eso que se está metiendo entre las piernas antes de que te destroce del todo el estuche cargador para pilas). Si ya has conseguido que te escuchen, que no se distraigan con las bolas japonesas (no, no son para tu hijo de dos años, aunque parezca un Gusiluz....y encima qué poco originales, todas dicen lo mismo...) ni con el mal llamado "Atrancaburras" (se dice Alegra-atascos, borrica y quítatelo de ahí que estás a punto de terminar tu sola la reunión) entonces ya puedes considerarte afortunada, porque el tapersex va bien encauzado, por lo menos en cuanto a objetivos más o menos factibles, como acabar la reunión antes de las 4 de la mañana. Luego, claro está, llega el turno de Pregúntale a la Esteban, que es uno de los momento que más suelo detestar, porque suelen ser preguntas del tipo: "¿los preservativos recargables se pueden volver a utilizar?". Llegados a este punto yo ya quiero irme a mi casa lo antes posible, pero aún me queda la parte en la que hurgan un poco en mi vida privada: "¿Tú lo has probado todo?" o la más odiosa de todas, porque la hacen para pillarte: "¿cuál nos recomiendas?". Aquí, como no estés un poco preparada te hundes como el Titánic. Este tipo de pregunta traicionera suele querer decir: "Como se supone que lo has probado todo (además de ser una salida y una viciosa, si no de qué vas a estar tú vendiendo estas cosas casa por casa, sacrificando tus fines de semana) bien que nos podrías explicar qué es lo que más te gusta a ti". En ese momento pienso: "Pedazo de vaca burra, no me extraña que quieras uno de esos, si con la cara de amargadita que tienes ni con una fábrica entera se te quita la mala hostia". Esto pensarlo no es malo, decirlo en voz alta suele ser muy pernicioso para el negocio. Es altamente recomendable morderse la lengua (luego le pinchas las ruedas del coche y ni se dará cuenta, total, como está borracha y fumada...).

También están los comentarios luctuosos del tipo: "¿No te preocupa que al ir a la casa de alguien te puedan...bueno, hacer algo?". Pues mira no, hasta que tú me lo dijiste nunca antes lo hubiera pensado, pero gracias por introducir una idea tan insidiosa en mi mente, ahora lo pienso de cuando en cuando al acudir a alguna reunión, sobre todo las que son leeeejooooos y taaaardeeee. En mi imaginación me veo acudiendo a un chalet en Valdecojones de Arriba, entrando en el salón, iluminado con una única lámpara de flexo del Ikea y una silla de enea, con unas cuerdas de tender la ropa y dos encapuchados esperándome al lado. Qué imagen tan tranquilizadora y bueno, ¡¡¡ni qué decir de si me roban!!!, con todo ese dinero encima....la madre que las parió...

Pues a pesar de todo esto me divierto mucho y me gusta, si será que soy rara...

martes, 30 de noviembre de 2010

La cruda realidad

Anda, la de tiempo que hacía que no escribía aquí (bueno, ni aquí ni en ningún otro sitio...).

Últimamente he estado un poco... cómo lo diría yo para expresarlo finamente y sin que salten las alarmas... socialmente estreñida; es decir, que me he dedicado a matarme a trabajar para al final llegar a la misma conclusión que una persona fija después de 8 años: hasta los huevos.

A pesar de la crisis (me da igual que haya una crisis mundial, mi vida es preciosa, estupenda y me toca los cojones que ahora nos tengan acolechados por culpa del miedo a la cola del paro, al ostracismo laboral y a comprar galletas y yogures en el Día) la gente debería saber que no nos pueden manipular, engañar y mangonear como si fuéramos lombrices o putas de mercadillo; que no coño, que tenemos una dignidad y me la pela si este año no hay dinero para la cena de Navidad (con lo tocahuevos que es ese momento: todo lleno de gente que nunca te dirige la palabra excepto ese día, en el que se sienten obligados a considerarte como a una persona, de categoría inferior ¿eh?, no te vayas a creer, borrachos como cubas, sobones, maleducados y escuchando unos chistes malísimos por los que deberían estar limpiándole el retrete a Kim Jong-Il con un cepillo de dientes en la boca , como poco) en fin una época muy entrañable, como decía.

A lo mejor con tanta metáfora os habéis perdido un poco en las ramas y no hay manera de ver el bosque, lo voy a expresar mejor. Un trabajo, para mi, es un trabajo: un medio, un vehículo, una herramienta para alcanzar una meta mejor, claro que si tienes la suerte de ser ese tipo de personas que puede realizarse en su trabajo pues mejor que mejor. Para el 99% restante ahí va un mensaje tranquilizador: no pasa nada si no lo conseguís, seguid intentándolo, a veces se consigue y otras no, pero mientras tanto el viaje seguro que merece la pena. Por eso no vale el esfuerzo amargarse por tener a una jefa cabrona, esas cosas pasa; es como ser el hermano vago: el mayor es el listo, el mediano el currante y el pequeño...bueno, por lo menos los otros dos serán algo en la vida...Pues eso mismo.

Creo que de pequeña alguien me comentó que esta faceta rebelde, anti sistema y radical, con la edad y las circunstancias de la vida, se iba "suavizando".... pues en mi caso todavía estoy esperando a que se produzca semejante epifanía; de hecho, creo que cada vez aguanto menos, me irrito antes a la menor provocación, soporto menos las injusticias y es que se me va llenando el vaso, la botella, el saco y el trailer de camión, todojunto y a la vez. Será que me hago mayor y pierdo la paciencia, la virtud de moderar, las ganas de volver a empezar o de presuponer cierta ingenuidad o inocencia en el estacazo. De hecho es casi seguro que me seguirán dando gato por liebre, pero por lo menos pongo más empeño en no aparentar que soy una verdadera ingenua y que sigo esperando que Papá Noël bajo por la chimenea y es que me resisto mucho a perder un poco de mi humanidad, qué le vamos a hacer, me gusta ser persona humana.

jueves, 4 de marzo de 2010

Diario de una desempleada (4ª parte)- Me encanta el transporte público


Me encanta el transporte público, de verdad. Es ecológico, te permite ahorrar ya que sus tarifas son muy asequibles (especialmente para los que vivimos en la zona B3 o un poco más lejos), es puntual y limpio y en verdad que los conductores de los autobuses siempre se muestran amables y su conducción es más que perfecta, con el permiso de los taxistas, por supuesto (y sin contar con los conductores de metro, cuya tarea está en gran medida automatizada...). ¡¡Qué trola más gorda!!. Desde que empecé a conducir no he podido por más que comprobar que lo de los conductores de autobuses y taxistas es de juzgado de guardia y más les valdría a muchos apuntarse al Rally París-Dakar, a ver si se desfogan.

Ultimamente utilizo más el transporte público y me he dado cuenta de lo fatalmente mal acostumbrada que estoy. Por ejemplo, cuando coges tu coche no tienes que desplazarte hasta el Más Allá para llegar a la parada, lo tienes cómodamente aparcado en la puerta o a pocos metros de tu casa (un punto menos, soy una vaga redomada). Ésta es una cuestión interesante, la de la proximidad a las paradas de autobús (en la mayoría de los casos se consideran mejoras para la zona, porque implica una mayor proximidad a todos los servicios que una ciudad puede ofrecer) así que me gustaría saber por qué los urbanistas de los pueblos tienen los santos cojones de poner una parada en cada uno de los accesos al término municipal y alguna que otra solitaria aunque estratégicamente céntrica; al resto de los vecinos que no entremos en ese radio de cinco metros cuadrados que nos jodan.

Para salir de tu maravilloso lugar de residencia y, como otros tropecientos millones de personas, dirigirte a tu lugar de trabajo o estudio antes has de superar una serie de etapas. En primer lugar debes esquivar, andando o con tu propio vehículo, esa barrera infranqueable de madres con niños pequeños, autobuses escolares, camiones descargando mercancía y municipales tocapelotas cortando el tráfico porque sí; entonces llegamos a los atascos habituales (que acabas agradeciendo porque al menos no eres la única persona en esa situación, ya hay retenciones en todos los accesos a Madrid de más de una hora) y finalmente logras coronar con éxito tu primera etapa de todas las mañanas, llegar hasta el metro: "Metronorte: Madrid más cerca"....qué aseveración tan....estúpida, para empezar que Madrid sigue en el mismo punto geográfico excacto que hace doscientos años (eso es algo que ni Espe ha conseguido modificar) y si se trata de decirnos que estamos más cerca porque no tenemos que coger el coche y sufrir el tráfico de Madrid....cuando el autobús no te falla y el metro no se estropea, tal vez esto sea cierto.

Si en este punto crees que lo que digo es una falacia falaciosamente falaz, te sugiero que dejes de leer, el resto no creo que te interese. Si por el contrario alguna vez te has identificado con este problema, lo que sigue puede que te haga identificarte más. Esta es mi parte favorita, la del metro masificado. Imaginad esto: ocho y media de la mañana, el metro está a rebosar de humanos (algunos no se pueden considerar personas). El metro para en Sol, se bajan quince personas y se suben cuarenta y tres, perfecto, es el equilibrio perfecto; te apretujas más contra el de al lado, que ya lleva unos cinco minutos de prospección petrolífera muy fructífera desde que pudo sacar su mano de debajo de tu culo, y en ese momento notas cómo el que tienes delante se frota como un cepillo de la ropa contra tí; le miras disimuladamente porque no estás segura de que eso que está pasando sea cierto y compruebas que tu vecino, aunque se comporta como un perro salido, tiene una cara de absoluta concentración en su periódico (el Marca, que si no da tiempo a leerselo en el baño más de uno se lo termina en el metro). Como logicamente dudas, porque eres una buena persona y estás demasiado dormida para pensar así de alguien, lo dejas pasar y tratas de desenganchar el asa de tu bolso en el paraguas de la señora que te acaba de pisar con sus tacones. Justo cuando consigues desengancharte, la señora de los tacones se agarra de la barra de arriba porque el metro pega un frenazo. Esto lo cambia todo, el que se saca los mocos te pone la mano encima para no caerse sobre ti (gracias a quien sea por no permitir que apoye todo su volumen en tu delicada persona, por lo menos sólo te dejará uno o dos mocos pegados, con suerte), el señor "perrosalido" te confirma que efectivamente estaba arrimando cebolleta, porque está muy contento de tenerte cerca y la señora te planta el sobaco en toda la cara. En este punto yo siempre me pregunto: -"¡¡¿¿cómo es posible que a esta tía le cante el aleróooon??!!!, ¡¡¡¡por favor que alguien me rescate!!!!!"-. Si, efectivamente, son las ocho y media de la mañana y la peste a sudor es insoportable, pero -"qué passsha, me encanta el transporte público"-.

jueves, 28 de enero de 2010

Diario de una desempleada (3ª parte)- Viva la moda

Ahora que estoy derrochona de tiempo libre y con la mente y las manos ociosas, se me había ocurrido que podía escribir sobre lo que pienso sobre la moda actual, aprovechando que acaba de terminar la Pasarela Cibeles y estamos con la de Milán o Nueva York.


Los que me conocieran de pequeña habrán tenido el privilegio de comprobar cómo mi familia tenía razón cuando me decía que yo no me vestía, yo me tapaba. Qué verdad más grande. A mis 13 años era la persona menos presumida y coqueta que podía haber a este lado del Tajo. Era delgada como un espárrago (me gané el apodo de nadadora: nada por delante nada por detrás) así que imagino que la falta de estímulo coquetístico me hizo ser, por emplear un concepto delicado, poco afín al noble arte del embellecimiento personal (pero eso si, era muy limpia, que una cosa no quita la otra). También era tremendamente práctica y eso es algo que he seguido conservando con el paso de los años. Al parecer mi interés por el maquillaje y las cremas me llegó un poco tarde, pero se instaló con fuerza en mi rutina (ahora, por mi crema de todas las mañanas y las noches, MA-TO). Como iba diciendo, hace poco veía en el telediario las últimas tendencias para el próximo otoño-invierno de la mano de los "más grandes diseñadores", que no se olvidan ni de diseñarte la ropa interior.


Personalmente, la moda me importa más bien poco, porque yo siempre he tenido un estilo particular que oscila entre el neo grunge-hippy de mercadillo y el esfuerzo ímprobo de mi hermana por adecentarme y vestirme con cierta elegancia (ni se hace una idea lo mucho que me gusta que me cuide tan bien...), así que no se puede decir que tenga un estilo, en realidad soy una superposición de momentos y estados de ánimo. A lo que iba, con este tiempo tan asqueroso, más propio de Londres, Edimburgo o Helsinki, pensaba esta mañana por qué los diseñadores se centran más en lo bonito de una prenda y no tanto en su practicidad; quiero decir que la mayoría de los diseños son un tanto imposibles de llevar, con las tetas al aire en las mujeres y con un pito de tela colgando por fuera en la entrepierna de los pantalones de hombre (seguimos hablando de la moda de invierno...). Yo no iría por la calle vestida así, por muy de David Delfín que sea el traje (amarillo pollo canario para quien lo quiera saber) por lo tanto aprovecho esta ocasión para lanzar un mensaje a todos esos grandes gurús de la moda: ¿para cuando las bragas con hombreras o el sujetador de cuello vuelto?. Soy una persona muy friolera, me gustaría una prenda práctica, que sujetara y calentara a la vez con la que te puedas sentir bien vestida; y es que en este punto tengo que retomar la polémica sobre la ropa interior y más concretamente sobre la braga normal vs. el tanga. Sé que hay detractoras (entre las que me incluyo) y defensoras, pero yo insisto en el particular: ¿cómo es posible que diseñen tirachinas de este tipo, monísimos y encantadores y super sexis y de las otras bragas (las que te tapan todo el trasero) casi ni se acuerden...?; tiene que haber un término medio para las que, como yo, prefieren llevar el airbag posterior tapado con algún tipo de tela (será por falta de tejidos nuevos y bonitos: sin costuras, de microfibra, antitranspirantes, anticelulíticos, antideslizantes... qué se yo joer y ¡¡¡además de colores!!!) en lugar de ir por la calle con un dedo metido dentro del culo... vamos que no creo que haya peor agresión contra las partes nobles y sensibles de una mujer y si por esto fuera poco, cada vez que te agachas se te ve toda la tira. ¿A quién puñetas se le ocurrió inventar una cosa así?... si ésta es la perspectiva, prefiero llevar bragas blancas de algodón por de bajo de los sobacos antes que ponerme semejante tortura.

Diario de una desempleada (2ª parte)- De Formación y Deformaciones


Como bien sabréis por mi primer post, en esta nueva edición quería atacar el tema de la formación, de sus utilidades varias en el mundo laboral y de las ventajas e inconvenientes que esto implica.
No sabría cómo decirlo de forma educada: ¿para qué cojones nos llenan la cabeza con ideas sobre la educación especializada, los cursos de formación impartidos por instituciones públicas (Inem, Comunidades autónomas)y privadas y las terapias ocupacionales?, si al final el resultado es el mismo. Claro, si mi hermana estuviera leyendo ésto pensaría (y con razón) que me equivoco, que la formación siempre es un valor a tener en cuenta, que la valía del candidato se desmuestra por su nivel de inquietud intelectual y que depende de la formación que recibas....que si, que estoy de acuerdo, pero lo cierto es que a las empresas se la sigue pelando.
Estaba bastante convencida de que con esta crisis se empezarían a cambiar ciertas costumbres muy arraigas en la mentalidad del 99,9% de los empresarios españoles (véase el caso de Díaz Ferrán, excelso ejemplar de empresario "de antaño" pero con barnices "de moderno", es decir, que adapta los recursos actuales a una mentalidad propia de muchos años atrás con respecto a los derechos de los trabajadores (o "trabajodes" como a mi me gusta llamarnos). Éste no es el único ejemplar de "cipotismo ilustrado" que circula libremente por ahí y sin correa ni bozal, que yo tuve la suerte de sobrevivir a uno de ellos y a su fundación . Cuando empleo el término "cipotismo ilustrado" (creo que en esto me puedo apuntar el honor de ser la primera en acuñar este término) me refiero a todos esos empresarios hombres que conciben las relaciones empleado-empresario como un favor que le hacen a la humanidad. Su concepto de emplear es muy parecido al de otorgar, como un favor que te hacen por el que se consideran muy orgullosos y satisfechos y del que no dejan de presumir (algunos incluso llegan a disfrazarse de benefactores, de filántropos de la sociedad.... por favor, que alguien me sujete un cubo, voy a vomitar...) ante la prensa y la clase política, independientemente de que esto se trate de una falacia demostrable con cifras y datos bien constrastados. En fin, para mi es otra clase de despotismo ilustrado propio del siglo XVIII (si Rousseau y Voltaire levantaran la cabeza...). Lo que decía, cipotismo ilustrado. No dudo que habrá mujeres empresarias que se comporten de forma similar, siempre hay alguna descarriada que se comporta como un hombre con tal de obtener el éxito y los laureles que proporciona el estar en la cima de la montaña, pero son las que menos o tal vez sepan ser más discretas, quién sabe.
Retomando la idea original sobre los maravillosos cursos en los que uno se embarca, para acabar haciendo aguas por todas partes, demuestran que:
1.- En España es harto complicado encontrar formación de calidad (y si digo que gratis ya no paramos de reir hasta Nochevieja).
2.- Ciertos sectores del mercado laboral no están preparados, ni de lejos, para absorber a candidatos cualificados y/o especializados.

Pongamos un ejemplo: un licenciado universitario que busque empleo en, hagamos un esfuerzo de imaginación supina, un sector diferente a lo que ha estudiado. El/la pobre que intente cambiar de vocación a la edad de treinta y tantos está bien jodid@. Para las empresas ya eres un poco viejo, no eres tan manipulable como la los veintitantos y para colmo te lees varios periódicos para estar informado (algunos se leen el convenio y todo...vaya bichos raros). A los treinta y pico te da por protestar por casi todo, estás empecinado en pagar la hipoteca o el alquiler y para colmo hasta te planteas tener familia...¡¡ fatal, muy mal !!, así no levantamos el país, que no nos enteramos, que sin montones de horas extras sin pagar, ni movilidad geográfica, ni pretensiones salariales mileuristas no vamos a convertir a España en la séptima economía del mundo... y gracias a que contamos con empresarios visionarios para que nos reconduzcan por el buen camino... (¿alguien tiene un pañuelo?, creo que voy a llorar de agradecimiento). Y ¿dónde encaja la formación?, os preguntaréis; muy facil, no encaja, ¿alguien tiene tiempo de formarse entre tanto salto de valla?. En mi caso particular, aprovecho el paro, que si algo tiene de bueno es que te da tiempo, pero mucho tiempo. Puedes estudiar mañana y tarde, en los ratos libres mirar las páginas de empleo (1.637 ofertas de empleo como: "becario para importante empresa del sector del diseño gráfico, jornda de 9 a 13, salario 400 € b/m, zona de trabajo Quintanilla de los Melonares".......¡¡¡¡¡!!!!!) o si ya crees que sólo te puedes tirar al tren (o al taquillero) jugar a la play y hacerte el Tomb Raider en una semana...por lo menos si no sales de casa no gastas.

miércoles, 27 de enero de 2010

Diario de una desempleada (1ª parte)


Hace mucho que tenía pensado empezar a escribir las pequeñas y grandes putadas que me han ido sucediendo a lo largo de mi (a mi parecer corta, cortísima, aunque habrá más de un/a "espabilad@" que diga que larga) vida. Y han sido unas cuantas, con esa costumbre mía de hocicar casi en cualquier sitio ... en fin, que dada mi dilatada experiencia podría tener tema para una serie como Dinastía, pero para qué contar tanta historia si a nadie le interesa.

Esta es una buena reflexión, pero sucede que ahora mismo estoy en el paro y me aburro. Me aburro a más no poder, si no a qué viene que me ponga a pensar en chorradas, en pajas mentales de esas que no te llevan a ningún sitio pero que te tienen la mar de entretenido hasta altas horas de la madrugada o en los sitios más insospechados, como por ejemplo el inodoro. ¡Oh trono de grandes filósofos y pensadores!, más de un libro se habrá escrito en tu sitial (y más de uno se habrá quedado dormido leyendo el Jueves o el Quijote, según la casuística del esfínter). ¿Por dónde iba?, ¡ah si!, el retrete. Pues es un muy buen sitio para pensar, total, tanta mierda en la que se haya uno metido para al final acabar haciendo eso, mierda.

Yo en el inodoro me suelo dedicar a leer las etiquetas de los botes de champú y del gel de baño (composición: parabenos, glicerol, alcohol, aromas de limón, de fresa, de su puta madre.... nada interesante no me vaya a distraer de la tarea fundamental). En esta tesitura suelo expresar mi opinión sobre el momento presente y me acuerdo de la "Pelograsiento" que tiene los huevos de hablar de los mileuristas cuando ella cobra 20 mil euros al año... Pues anda que no haría yo cosas con ese dinero... que ni me pongo las lentillas por no gastarme el dinero en el líquido desinfectante...

La última vez que fui a la oficina del Inem y soporté la larga fila para coger número (desde las siete y pico de la mañana, con 3 grados de temperatura) tuve la inmensa suerte de escuchar cómo otros se quejaban de su suerte, pero me lo contaban a MI, que debo de tener pinta de psicóloga, asistente social o vecina portera cotilla (eso si, en paro, no lo olvidemos). Total, que además de parada, pañuelo de mocos de otros como yo...

Cuando no estoy en el retrete quejándome de mi suerte se me ocurren preguntas de lo más estúpido, como por ejemplo: ¿por qué de pequeños nos enseñan nuestro padres a liar los espaguetis con tomate en la cuchara (en ciertos casos dramáticos, algunos progenitores han llegado a cortar los espaguetis en trozos más pequeños ... ¡¡¡¡ abominación, herejía !!!!). Pero vamos a ver, queridos padres: ¿es que no sabéis que para un niño, el mayor aliciente de este plato está en sorber el susodicho alimento para que pueda culebrear y así ponerlo todo perdido?; ¿es que todavía no os habéis enterado que los espaguetis no saben igual?, ¿y lo decorativo del tomate en la pared, la camiseta, el aparador, el pelo con restos de tomate y queso pegoteado en el flequillo...?.

Seguramente pensaréis que además de perturbada estoy un tanto necesitada de una ocupación. Efectivamente, estoy necesitada de ocupación interesante. Imagino que un buen trabajo serviría, para empezar; porque cuando digo un buen trabajo no me refiero a uno de 700 euros por una jornada de "40 horas semanales" (de 9-20, con jornada partida de dos horas y media a medio día, pero si hay que quedarse más... ya sabes, que estamos "todos" pasando por un mal momento y hay que ayudar un poquito) eso si, de momento sólo te pueden hacer un contrato de 3 meses, prorrogable por otros tres meses y luego por otros tres y después "hay muchas" posibilidades de quedarte en la empresa" ... si funcionas, si le caes bien al jefe, si trabajas bien, si ..... el etcétera es muy largo. Pobrecillos empresarios, que antes la situación les obligaba a pagar a los trabajadores como si estuviéramos en la Europa rica, la de sueldos medios de 1.200 euros y gracias a Dios la cosa ya se ha arreglado: ahora ya podrán pedir licenciados con varios idiomas por sueldos de becarios (gracias por esos maravillosos contratos de "Fomento del empleo", gracias).

En fin, con todo esto: ¿tengo derecho a desanimarme, a desmoralizarme, a fallarle a mi sociedad, que tanto dinero a invertido en mi, primero en la universidad y ahora con los cursos de Inem (este interesante tema será tratado más adelante, con testimonios reales y tras una profunda investigación) ; a mi gobierno que siempre que le necesito me escucha, atiende mis necesidades REALES, como un empleo digno, un salario decente para poder emanciparme o por lo menos alquilar si no comprar una vivienda de más de 30 m2?... no, no tengo ningún derecho, lo mejor es que me calle y siga poniendo buena cara y cuando sean las elecciones tenga claro a quién votar y me acuerde de ellos y de sus estupendos sueldos, casas, coches y vacaciones... joder, si es que vaya suertaza con ser española.... ¡¡te cagas!! (vuelta otra vez al inodoro).